viernes, 14 de agosto de 2009

Mis "Pinceles vivientes"

Son las 3h30 de la tarde, Gaël, Carmina y Enzo duermen placidamente su siesta.

Con mi taza de té en mano me dirijo al jardín. Sentada en el borde de la terraza cierro por un instante mis ojos y sin darme cuenta mis labios toman la posición de la risa, o mejor dicha de la sonrisa. Río sola de los recuerdos frescos de la mañana intensa que pase en compañía de los piojitos.

En ese instante recuerdo la promesa que les hice a Gaël y Carmina, cuando me disponía a acostarlo para hacer la siesta: “ cuando se despierten, de hacer un buen “dodo” iremos al atelier, nos disfrazaremos de pintores, tomaremos nuestros pinceles y manos a la obra”, les digo acompañando mis palabras de mímicas. Los abrazo fuertemente y lentamente abandono el cuarto con mis pasos en retroceso.

Frotando mis pies contra la grama en el borde de la terraza, me interrogo, que actividad les puedo preparar a Gaël y Carmina para cumplir mi promesa.

Un sorbo mas de mi taza de té, aun caliente, como para encontrar la respuesta. Termino de tomarme el té diciéndome jugaremos esta vez a la improvisación, en realidad no sabia que hacer.

En ese instante el sol calienta mis pies al borde de la terraza, decido colocar la taza a un lado y de manera natural extiendo mis piernas acostándome sobre la grama.

Sin darme cuenta comienzo a quedarme dormida, creo que hasta sueño. En ese sueño despierto me vienen imágenes a mi cabeza, escenas de pintura, de colores que se mezclan. En ese instante me sobresalto y comienzo a buscarle sentido y coherencia a las imágenes que me pasan por la cabeza. Mi subconsciente me “traiciona”, remontando a mi cabeza imágenes vistas cuando solo apenas era una adolescente, los “pinceles vivientes” de Yves Klein, uno de mis artistas favoritos. Recuerdo ese video como si fuera hoy, recuerdo cada escena y como se grabo en mi memoria cada una de ellas.

Recuerdo que el video recapitulaba las diferentes escenas publicas que Yves Klein había organizado en pequeños comités de artistas para demostrar como sus obras eran concebidas. En una de estas escenas, de realización de sus monocromos, una modelo femenina sirve como “pincel viviente” sobre un gran lienzo, con su cuerpo completamente impregnado de pintura, de ese maravilloso azul klein. La modelo trepa sobre una gran hoja de papel bajo la mirada de Klein que la dirige y la invita a pasar por los diferentes espacios donde la pintura aun no ha sido aplicada. La modelo termina de danzar concluyendo la obra dirigida por Klein.

Mama, mama, mamo escucho entre mis pensamientos. Gaël llega correteando a la terraza, haciéndome regresar rápidamente a la realidad.

Pintura mama, “Palila” hace “dodo” mama, mama, mama, mama, vamos hacer la pintura mama, me dice Gaël una frase detrás de la otra sin ni siquiera respirar.

Si Gaël vamos a esperar que Carmina se despierte, y mientras tanto vamos a preparar los materiales, te parece? me ayudas? le respondo de manera pausada tratando de ganar tiempo para ponerme de pie.

“ Ouiiiiiiii” mama, me responde Gaël. Saltando en un pie, esta vez no en el izquierdo como de costumbre sino en el derecho, se dirige hacia el atelier. Bajo los potes de pinturas y comienzo a tomar cada uno de los pinceles.

Yo ni siquiera reflexiono ni un instante , y con las imágenes de Klein aun en mi cabeza, decido tomar una gran hoja de papel Kraft, la coloco en el borde de la terraza y la extiendo pegándola a la madera afín de crear una gran superficie. Gaël se detiene a observarme preguntando asombrado con sus ojitos si era en esa gran hoja que iban a pintar.

En el piso mama, me pregunta Gaël? Sin entender esa nueva experiencia.

Siiiii, le respondo con una gran convicción y al mismo tiempo con una inmensa alegría.

Colocando cada una de las pinturas en los platos de cartón respectivos, escucho de lejos a Carmina llamándome desde su cuarto. Dejo a Gaël responsable de los materiales y me dirijo esta vez yo saltando y brincando a buscar a Carmina.

Bajo rápidamente para aprovechar cada instante que nos queda de la tarde.

Termino de pegar toda la hoja, de colocar todas las pinturas y de explicarles a Gaël y a Carmina lo que íbamos a realizar.

Quitándoles las camisas a cada uno, me retiro a dejarlos trabajar.

Coloco a Enzo a mi lado y me siento a observar.

Al principio Gaël y Carmina comienzan a pintar utilizando los diferentes pinceles, utilizando cada color y un espacio limitado de la hoja. A medida que cada uno de ellos comienzan a sentir el espacio, la textura de la pintura sobre sus pies y manos, el espectáculo se reproduce, y tal como yo lo esperaba Gaël y Carmina se convierten en “pinceles vivientes” utilizando todo su cuerpo como medio de expresión.

Al final de la obra, solo me quedo decirles “bravo mis hijos”, “bravo”

Los amo inmensamente.













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